miércoles, 31 de agosto de 2011

Desarrollo El efecto Mozart, música para bebés 6 comentarios avatar Eva Paris 22 de abril de 2010 | 13:30 BEfectoMozartBebe La expresión “Efecto Mozart” se refiere a los efectos beneficiosos que puede producir a las personas escuchar las melodías del compositor W. A. Mozart. Durante la década de 1990 en Estados Unidos surgieron varias investigaciones y libros de divulgación basados en el famoso “Efecto Mozart”. Este efecto se vio que podía beneficiar a los bebés, ya desde el útero materno, pero no de cualquier manera: se suponía que la música de Mozart los hacía más inteligentes. Se llegó a estas conclusiones desde diversos frentes, que pasamos a analizar y a desvelar si realmente está comprobado el “Efecto Mozart”. ¿Qué tiene Mozart que no tengan los demás? Ha habido muchas pruebas con música de otros compositores que no dieron los mismos resultados que Mozart, salvo excepciones. Los beneficios de la música, en especial algunas piezas de Mozart, podrían deberse a las pulsaciones por minuto que tiene, y a las frecuencias altas de los instrumentos, ya que cambian el estado del cerebro (especialmente en aquellas zonas relacionadas con el hemisferio derecho, donde radican las funciones espacio-temporales) y lo hacen más receptivo. La música de Mozart con respecto a la de otros compositores posee unas propiedades distintivas: los sonidos de sus melodías son puros, precisos, son sonidos altamente armónicos y los ritmos, las propias melodías, la métrica, el tono, el timbre y las frecuencias de su música parece que estimulan el cerebro humano, activando nuestras neuronas. No toda la música de Mozart produce estos efectos: parece ser que la que consigue mayor incidencia a nivel cognitivo es la que posee frecuencia alta, como la Sonata para Dos Pianos en Re Mayor (también conocida como K448) o los Conciertos para Violín 3 y 4. Dos investigadores estadounidenses, Huges y Fino, sometieron un amplio rango de música al análisis por ordenador, incluyendo a Mozart, Bach, Chopin y otros 55 compositores. Lograron encontrar una repetición periódica de ciertas ‘ondas musicales’ a largo plazo (una media de 30 segundos) presente en Mozart y en dos piezas de Bach. Otros estudios recientes han encontrado que un compositor actual, el músico griego Yanni, produce música ‘New Age’ con rasgos similares a ciertas composiciones de Mozart en ritmo y melodía y que también ha mostrado efectos similares sobre las habilidades espacio-temporales de quienes la escuchan. Todos estos componentes presentes en la música de Mozart influyen en la concentración, la atención y la memoria, y en el proceso del aprendizaje. Pero, ¿nos hace mas inteligentes? Los antecedentes: el método Tomatis El efecto Mozart se popularizó en los años 90, pero ya en la década de 1950 un autor empezó a investigar acerca de los beneficios de la música clásica. Alfred Tomatis fue el que acuñó el término “efecto Mozart”. Estudió durante 40 años los efectos de la música en el cerebro, desarrollando el método Tomatis, del que también os hemos hablado. Alfred Tomatis utilizó las melodías del compositor austríaco para tratar patologías de diferente índole en niños y adultos discapacitados. Su trabajo fue reconocido por la Academia de las Ciencias y Medicina de Francia, y actualmente existen centros de tratamiento Tomatis en Estados Unidos, Europa y América Latina. Además existe un libro donde el científico explica las bases de su investigación. Pero una cosa son los beneficios terapéuticos de la música y otra muy distinta que la música nos haga más inteligentes. Además, los aparatos que emplean en las audiciones terapéuticas los centros del método Tomatis son muy específicos y filtran la música para llegar a las ondas hertzianas deseadas para el paciente, distintas según los casos. Escuchando a Mozart, estudiantes más listos (durante diez minutos) MozartEffect El neurobiólogo Gordon Shaw es uno de los “padres” del efecto Mozart, que apuntaba a principios de los años noventa que la actividad musical refuerza las vías neuronales implicadas en las habilidades espacio-temporales de la corteza cerebral. La escucha de música parece activar, no una, sino varias áreas cerebrales. Uno de los estudios más populares acerca de la supuesta subida en el nivel intelectual de los oyentes fue el realizado en 1993 por Gordon Shaw y otra investigadora de la Universidad de Wisconsin (EEUU), la psicóloga Frances Rauscher. Hallaron que en ciertos tests de inteligencia se observaba una pequeña y temporal elevación de la puntuación al escuchar 10 minutos de la música de Mozart. En concreto, los estudiantes lograban gracias a esta breve exposición a Mozart un mejor razonamiento espacio-temporal, pero los propios autores señalaron que ello no se traducía en un incremento del coeficiente intelectual. Además, este efecto positivo duraba unos 10 minutos. En dicho estudio, los autores contaron con datos que no parecen ser demasiado significativos, con una muestra muy escueta. Llevaron a cabo la exposición durante 10 minutos de 36 estudiantes una sonata para pianos. En las salas contiguas otros dos grupos de compañeros realizan idénticas pruebas, con la única diferencia de haber pasado esa decena de minutos escuchando cintas de relajación unos, y en absoluto silencio otros. Las puntuaciones resultaron ser de 8 a 9 puntos superiores después de escuchar a Mozart frente al resto de las situaciones. El famosos estudio fue publicado en 1993, en la revista “Nature”. Enseguida esta teoría se popularizó, y no me extraña, quién no se prestaría a escuchar cierta música si nos aseguran que con ese simple y agradable gesto vamos a ser más inteligentes (o lo serán nuestros hijos). Todos los medios de comunicación se hicieron eco de este “descubrimiento”, y pronto surgieron afirmaciones y especulaciones alejadas del método científico. Estudios posteriores de Shaw y Rauscher que confirmaban el Efecto Mozart Dos años más tarde, Rauscher y Shaw ampliaban sus resultados publicando un estudio en el que 79 jóvenes eran sometidos a una nueva prueba. También los que escucharon Mozart mostraban resultados mejores que otros grupos. En 1999, el doctor Shaw y su colega neurobiólogo Marc Bodner usaron imágenes obtenidas por Resonancia Magnética para crear mapas de la actividad del cerebro en su respuesta a tres tipos de música (pop de los años 30, “Para Elisa” de Beethoven y Mozart). Solamente el escuchar a Mozart parecía activar ciertas áreas involucradas en la coordinación motora fina, la visión y otros procesos superiores, todos con un papel supuestamente destacado en el razonamiento espacial. Gordon Shaw publicaba su último estudio en 1999, en el que se describía como los estudiantes de segundo grado que tocaban el piano mostraban puntaciones de un 27 por ciento por encima de lo normal en tests de matemáticas y fracciones frente al resto de sus compañeros. Rauscher también repitió experimentos con niños de entre 3 y 4 años y los efectos beneficiosos permanecían inalterables 24 horas después de concluir sus lecciones musicales. Esta mayor duración de los efectos frente a los experimentos anteriores (sólo 10 minutos) fue atribuida a la mayor plasticidad del cerebro infantil y a la larga exposición a la música. Algunas investigaciones posteriores de otros autores han dejado abierta la posibilidad de esa mejora de capacidades, pero el estudio llevado a cabo en 1993 se intentó repetir en varias ocasiones, como veremos en la siguiente entrega, y nunca se llegó a los mismos resultados reproduciendo los experimentos de Rauscher y Shaw. El instituto M.I.N.D (The Music Intelligence Neural Development Institute), que crearon Rauscher y Shaw para difundir y poner en práctica sus ideas, se centra en investigaciones neurológicas para ayudar a personas con autismo, hiperactividad, Síndrome de Down, Síndrome de Tourette y otros desórdenes. Volveremos pronto con la segunda parte de este recorrido por el efecto Mozart y los supuestos beneficios para la inteligencia de las personas, en especial de los bebés. Veremos cómo no se ha comprobado este estudio de 1993 pero cómo surgió el negocio alrededor del efecto Mozart que, aunque no sea milagroso, sí demuestra algunos beneficios (como los demuestra escuchar otras músicas). Más información | Kindsein, Skepdic, Ciencia digital, Nature Foto | jeanpierrelavoie en Flickr En Bebés y más | Estimula la inteligencia del bebé con el método Tomatis, Música para el bebé, El efecto Mozart, música para bebés y niños, Los bebés prefieren a Mozart y a VivaldiDesarrollo El efecto Mozart, música para bebés 6 comentarios avatar Eva Paris 22 de abril de 2010 | 13:30 BEfectoMozartBebe La expresión “Efecto Mozart” se refiere a los efectos beneficiosos que puede producir a las personas escuchar las melodías del compositor W. A. Mozart. Durante la década de 1990 en Estados Unidos surgieron varias investigaciones y libros de divulgación basados en el famoso “Efecto Mozart”. Este efecto se vio que podía beneficiar a los bebés, ya desde el útero materno, pero no de cualquier manera: se suponía que la música de Mozart los hacía más inteligentes. Se llegó a estas conclusiones desde diversos frentes, que pasamos a analizar y a desvelar si realmente está comprobado el “Efecto Mozart”. ¿Qué tiene Mozart que no tengan los demás? Ha habido muchas pruebas con música de otros compositores que no dieron los mismos resultados que Mozart, salvo excepciones. Los beneficios de la música, en especial algunas piezas de Mozart, podrían deberse a las pulsaciones por minuto que tiene, y a las frecuencias altas de los instrumentos, ya que cambian el estado del cerebro (especialmente en aquellas zonas relacionadas con el hemisferio derecho, donde radican las funciones espacio-temporales) y lo hacen más receptivo. La música de Mozart con respecto a la de otros compositores posee unas propiedades distintivas: los sonidos de sus melodías son puros, precisos, son sonidos altamente armónicos y los ritmos, las propias melodías, la métrica, el tono, el timbre y las frecuencias de su música parece que estimulan el cerebro humano, activando nuestras neuronas. No toda la música de Mozart produce estos efectos: parece ser que la que consigue mayor incidencia a nivel cognitivo es la que posee frecuencia alta, como la Sonata para Dos Pianos en Re Mayor (también conocida como K448) o los Conciertos para Violín 3 y 4. Dos investigadores estadounidenses, Huges y Fino, sometieron un amplio rango de música al análisis por ordenador, incluyendo a Mozart, Bach, Chopin y otros 55 compositores. Lograron encontrar una repetición periódica de ciertas ‘ondas musicales’ a largo plazo (una media de 30 segundos) presente en Mozart y en dos piezas de Bach. Otros estudios recientes han encontrado que un compositor actual, el músico griego Yanni, produce música ‘New Age’ con rasgos similares a ciertas composiciones de Mozart en ritmo y melodía y que también ha mostrado efectos similares sobre las habilidades espacio-temporales de quienes la escuchan. Todos estos componentes presentes en la música de Mozart influyen en la concentración, la atención y la memoria, y en el proceso del aprendizaje. Pero, ¿nos hace mas inteligentes? Los antecedentes: el método Tomatis El efecto Mozart se popularizó en los años 90, pero ya en la década de 1950 un autor empezó a investigar acerca de los beneficios de la música clásica. Alfred Tomatis fue el que acuñó el término “efecto Mozart”. Estudió durante 40 años los efectos de la música en el cerebro, desarrollando el método Tomatis, del que también os hemos hablado. Alfred Tomatis utilizó las melodías del compositor austríaco para tratar patologías de diferente índole en niños y adultos discapacitados. Su trabajo fue reconocido por la Academia de las Ciencias y Medicina de Francia, y actualmente existen centros de tratamiento Tomatis en Estados Unidos, Europa y América Latina. Además existe un libro donde el científico explica las bases de su investigación. Pero una cosa son los beneficios terapéuticos de la música y otra muy distinta que la música nos haga más inteligentes. Además, los aparatos que emplean en las audiciones terapéuticas los centros del método Tomatis son muy específicos y filtran la música para llegar a las ondas hertzianas deseadas para el paciente, distintas según los casos. Escuchando a Mozart, estudiantes más listos (durante diez minutos) MozartEffect El neurobiólogo Gordon Shaw es uno de los “padres” del efecto Mozart, que apuntaba a principios de los años noventa que la actividad musical refuerza las vías neuronales implicadas en las habilidades espacio-temporales de la corteza cerebral. La escucha de música parece activar, no una, sino varias áreas cerebrales. Uno de los estudios más populares acerca de la supuesta subida en el nivel intelectual de los oyentes fue el realizado en 1993 por Gordon Shaw y otra investigadora de la Universidad de Wisconsin (EEUU), la psicóloga Frances Rauscher. Hallaron que en ciertos tests de inteligencia se observaba una pequeña y temporal elevación de la puntuación al escuchar 10 minutos de la música de Mozart. En concreto, los estudiantes lograban gracias a esta breve exposición a Mozart un mejor razonamiento espacio-temporal, pero los propios autores señalaron que ello no se traducía en un incremento del coeficiente intelectual. Además, este efecto positivo duraba unos 10 minutos. En dicho estudio, los autores contaron con datos que no parecen ser demasiado significativos, con una muestra muy escueta. Llevaron a cabo la exposición durante 10 minutos de 36 estudiantes una sonata para pianos. En las salas contiguas otros dos grupos de compañeros realizan idénticas pruebas, con la única diferencia de haber pasado esa decena de minutos escuchando cintas de relajación unos, y en absoluto silencio otros. Las puntuaciones resultaron ser de 8 a 9 puntos superiores después de escuchar a Mozart frente al resto de las situaciones. El famosos estudio fue publicado en 1993, en la revista “Nature”. Enseguida esta teoría se popularizó, y no me extraña, quién no se prestaría a escuchar cierta música si nos aseguran que con ese simple y agradable gesto vamos a ser más inteligentes (o lo serán nuestros hijos). Todos los medios de comunicación se hicieron eco de este “descubrimiento”, y pronto surgieron afirmaciones y especulaciones alejadas del método científico. Estudios posteriores de Shaw y Rauscher que confirmaban el Efecto Mozart Dos años más tarde, Rauscher y Shaw ampliaban sus resultados publicando un estudio en el que 79 jóvenes eran sometidos a una nueva prueba. También los que escucharon Mozart mostraban resultados mejores que otros grupos. En 1999, el doctor Shaw y su colega neurobiólogo Marc Bodner usaron imágenes obtenidas por Resonancia Magnética para crear mapas de la actividad del cerebro en su respuesta a tres tipos de música (pop de los años 30, “Para Elisa” de Beethoven y Mozart). Solamente el escuchar a Mozart parecía activar ciertas áreas involucradas en la coordinación motora fina, la visión y otros procesos superiores, todos con un papel supuestamente destacado en el razonamiento espacial. Gordon Shaw publicaba su último estudio en 1999, en el que se describía como los estudiantes de segundo grado que tocaban el piano mostraban puntaciones de un 27 por ciento por encima de lo normal en tests de matemáticas y fracciones frente al resto de sus compañeros. Rauscher también repitió experimentos con niños de entre 3 y 4 años y los efectos beneficiosos permanecían inalterables 24 horas después de concluir sus lecciones musicales. Esta mayor duración de los efectos frente a los experimentos anteriores (sólo 10 minutos) fue atribuida a la mayor plasticidad del cerebro infantil y a la larga exposición a la música. Algunas investigaciones posteriores de otros autores han dejado abierta la posibilidad de esa mejora de capacidades, pero el estudio llevado a cabo en 1993 se intentó repetir en varias ocasiones, como veremos en la siguiente entrega, y nunca se llegó a los mismos resultados reproduciendo los experimentos de Rauscher y Shaw. El instituto M.I.N.D (The Music Intelligence Neural Development Institute), que crearon Rauscher y Shaw para difundir y poner en práctica sus ideas, se centra en investigaciones neurológicas para ayudar a personas con autismo, hiperactividad, Síndrome de Down, Síndrome de Tourette y otros desórdenes. Volveremos pronto con la segunda parte de este recorrido por el efecto Mozart y los supuestos beneficios para la inteligencia de las personas, en especial de los bebés. Veremos cómo no se ha comprobado este estudio de 1993 pero cómo surgió el negocio alrededor del efecto Mozart que, aunque no sea milagroso, sí demuestra algunos beneficios (como los demuestra escuchar otras músicas). Más información | Kindsein, Skepdic, Ciencia digital, Nature Foto | jeanpierrelavoie en Flickr En Bebés y más | Estimula la inteligencia del bebé con el método Tomatis, Música para el bebé, El efecto Mozart, música para bebés y niños, Los bebés prefieren a Mozart y a VivaldiDesarrollo El efecto Mozart, música para bebés 6 comentarios avatar Eva Paris 22 de abril de 2010 | 13:30 BEfectoMozartBebe La expresión “Efecto Mozart” se refiere a los efectos beneficiosos que puede producir a las personas escuchar las melodías del compositor W. A. Mozart. Durante la década de 1990 en Estados Unidos surgieron varias investigaciones y libros de divulgación basados en el famoso “Efecto Mozart”. Este efecto se vio que podía beneficiar a los bebés, ya desde el útero materno, pero no de cualquier manera: se suponía que la música de Mozart los hacía más inteligentes. Se llegó a estas conclusiones desde diversos frentes, que pasamos a analizar y a desvelar si realmente está comprobado el “Efecto Mozart”. ¿Qué tiene Mozart que no tengan los demás? Ha habido muchas pruebas con música de otros compositores que no dieron los mismos resultados que Mozart, salvo excepciones. Los beneficios de la música, en especial algunas piezas de Mozart, podrían deberse a las pulsaciones por minuto que tiene, y a las frecuencias altas de los instrumentos, ya que cambian el estado del cerebro (especialmente en aquellas zonas relacionadas con el hemisferio derecho, donde radican las funciones espacio-temporales) y lo hacen más receptivo. La música de Mozart con respecto a la de otros compositores posee unas propiedades distintivas: los sonidos de sus melodías son puros, precisos, son sonidos altamente armónicos y los ritmos, las propias melodías, la métrica, el tono, el timbre y las frecuencias de su música parece que estimulan el cerebro humano, activando nuestras neuronas. No toda la música de Mozart produce estos efectos: parece ser que la que consigue mayor incidencia a nivel cognitivo es la que posee frecuencia alta, como la Sonata para Dos Pianos en Re Mayor (también conocida como K448) o los Conciertos para Violín 3 y 4. Dos investigadores estadounidenses, Huges y Fino, sometieron un amplio rango de música al análisis por ordenador, incluyendo a Mozart, Bach, Chopin y otros 55 compositores. Lograron encontrar una repetición periódica de ciertas ‘ondas musicales’ a largo plazo (una media de 30 segundos) presente en Mozart y en dos piezas de Bach. Otros estudios recientes han encontrado que un compositor actual, el músico griego Yanni, produce música ‘New Age’ con rasgos similares a ciertas composiciones de Mozart en ritmo y melodía y que también ha mostrado efectos similares sobre las habilidades espacio-temporales de quienes la escuchan. Todos estos componentes presentes en la música de Mozart influyen en la concentración, la atención y la memoria, y en el proceso del aprendizaje. Pero, ¿nos hace mas inteligentes? Los antecedentes: el método Tomatis El efecto Mozart se popularizó en los años 90, pero ya en la década de 1950 un autor empezó a investigar acerca de los beneficios de la música clásica. Alfred Tomatis fue el que acuñó el término “efecto Mozart”. Estudió durante 40 años los efectos de la música en el cerebro, desarrollando el método Tomatis, del que también os hemos hablado. Alfred Tomatis utilizó las melodías del compositor austríaco para tratar patologías de diferente índole en niños y adultos discapacitados. Su trabajo fue reconocido por la Academia de las Ciencias y Medicina de Francia, y actualmente existen centros de tratamiento Tomatis en Estados Unidos, Europa y América Latina. Además existe un libro donde el científico explica las bases de su investigación. Pero una cosa son los beneficios terapéuticos de la música y otra muy distinta que la música nos haga más inteligentes. Además, los aparatos que emplean en las audiciones terapéuticas los centros del método Tomatis son muy específicos y filtran la música para llegar a las ondas hertzianas deseadas para el paciente, distintas según los casos. Escuchando a Mozart, estudiantes más listos (durante diez minutos) MozartEffect El neurobiólogo Gordon Shaw es uno de los “padres” del efecto Mozart, que apuntaba a principios de los años noventa que la actividad musical refuerza las vías neuronales implicadas en las habilidades espacio-temporales de la corteza cerebral. La escucha de música parece activar, no una, sino varias áreas cerebrales. Uno de los estudios más populares acerca de la supuesta subida en el nivel intelectual de los oyentes fue el realizado en 1993 por Gordon Shaw y otra investigadora de la Universidad de Wisconsin (EEUU), la psicóloga Frances Rauscher. Hallaron que en ciertos tests de inteligencia se observaba una pequeña y temporal elevación de la puntuación al escuchar 10 minutos de la música de Mozart. En concreto, los estudiantes lograban gracias a esta breve exposición a Mozart un mejor razonamiento espacio-temporal, pero los propios autores señalaron que ello no se traducía en un incremento del coeficiente intelectual. Además, este efecto positivo duraba unos 10 minutos. En dicho estudio, los autores contaron con datos que no parecen ser demasiado significativos, con una muestra muy escueta. Llevaron a cabo la exposición durante 10 minutos de 36 estudiantes una sonata para pianos. En las salas contiguas otros dos grupos de compañeros realizan idénticas pruebas, con la única diferencia de haber pasado esa decena de minutos escuchando cintas de relajación unos, y en absoluto silencio otros. Las puntuaciones resultaron ser de 8 a 9 puntos superiores después de escuchar a Mozart frente al resto de las situaciones. El famosos estudio fue publicado en 1993, en la revista “Nature”. Enseguida esta teoría se popularizó, y no me extraña, quién no se prestaría a escuchar cierta música si nos aseguran que con ese simple y agradable gesto vamos a ser más inteligentes (o lo serán nuestros hijos). Todos los medios de comunicación se hicieron eco de este “descubrimiento”, y pronto surgieron afirmaciones y especulaciones alejadas del método científico. Estudios posteriores de Shaw y Rauscher que confirmaban el Efecto Mozart Dos años más tarde, Rauscher y Shaw ampliaban sus resultados publicando un estudio en el que 79 jóvenes eran sometidos a una nueva prueba. También los que escucharon Mozart mostraban resultados mejores que otros grupos. En 1999, el doctor Shaw y su colega neurobiólogo Marc Bodner usaron imágenes obtenidas por Resonancia Magnética para crear mapas de la actividad del cerebro en su respuesta a tres tipos de música (pop de los años 30, “Para Elisa” de Beethoven y Mozart). Solamente el escuchar a Mozart parecía activar ciertas áreas involucradas en la coordinación motora fina, la visión y otros procesos superiores, todos con un papel supuestamente destacado en el razonamiento espacial. Gordon Shaw publicaba su último estudio en 1999, en el que se describía como los estudiantes de segundo grado que tocaban el piano mostraban puntaciones de un 27 por ciento por encima de lo normal en tests de matemáticas y fracciones frente al resto de sus compañeros. Rauscher también repitió experimentos con niños de entre 3 y 4 años y los efectos beneficiosos permanecían inalterables 24 horas después de concluir sus lecciones musicales. Esta mayor duración de los efectos frente a los experimentos anteriores (sólo 10 minutos) fue atribuida a la mayor plasticidad del cerebro infantil y a la larga exposición a la música. Algunas investigaciones posteriores de otros autores han dejado abierta la posibilidad de esa mejora de capacidades, pero el estudio llevado a cabo en 1993 se intentó repetir en varias ocasiones, como veremos en la siguiente entrega, y nunca se llegó a los mismos resultados reproduciendo los experimentos de Rauscher y Shaw. El instituto M.I.N.D (The Music Intelligence Neural Development Institute), que crearon Rauscher y Shaw para difundir y poner en práctica sus ideas, se centra en investigaciones neurológicas para ayudar a personas con autismo, hiperactividad, Síndrome de Down, Síndrome de Tourette y otros desórdenes. Volveremos pronto con la segunda parte de este recorrido por el efecto Mozart y los supuestos beneficios para la inteligencia de las personas, en especial de los bebés. Veremos cómo no se ha comprobado este estudio de 1993 pero cómo surgió el negocio alrededor del efecto Mozart que, aunque no sea milagroso, sí demuestra algunos beneficios (como los demuestra escuchar otras músicas). Más información | Kindsein, Skepdic, Ciencia digital, Nature Foto | jeanpierrelavoie en Flickr En Bebés y más | Estimula la inteligencia del bebé con el método Tomatis, Música para el bebé, El efecto Mozart, música para bebés y niños, Los bebés prefieren a Mozart y a Vivaldi

martes, 16 de agosto de 2011

La musica para los bebes


Ritmo, para que tu bebé escuche música desde la panza

cinturon.jpg
Cuando los bebés aún están en la panza de la mamá son muy receptivos y pueden sentir los estímulos externos que se le brindan. El período de gestación es por lo tanto un buen momento para estrechar lazos con el niño y para ellos se puede emplear la música como estímulo.
En ZonaBebes hemos visto algunos cinturones para estimular al bebé cuando está en la panza de la mamá, hoy les voy a mostrar un nuevo cinturón muy novedoso llamado Ritmo Advanced Pregnancy sound system.
Este cinturón es producido por NUVO Group, de Estados Unidos, es muy liviano y cuenta con cuatro parlantes y un control que entra cómodamente en un bolsillo.
El control tiene un puerto que permite colocar reproductores de audio como el iPods, PMP y Blackberrys.
Podrás escuchar música tranquilamente con tu bebé gracias a que la tecnología del cinturón permite que la música sea reproducida a un volumen seguro él.